domingo, 28 de febrero de 2016

LAS "CHARCUTERÍAS" AUTÓNOMAS. Por Alonso Martos.

Se crearon en España 17 Comunidades Autónomas, por aquello del autogobierno, la <<plurinacionalidad>> y la descentralización del poder político y administrativo. Reconocíanse, así, los <<hechos diferenciales>> (es decir, se concedían privilegios) y se acercaba la administración a los administrados para ser más efectivos en la resolución de sus problemas. En algunos casos, tal acercamiento ha sido dudoso; valga el ejemplo de mi tierra porque, para un almeriense, puede ser lo mismo - si no peor -  que lo gobiernen desde Sevilla que desde Madrid.

Tengo mis dudas acerca de si este modelo federalizante tiene más  ventajas que inconvenientes. Mi impresión es que se han creado 17 Estados, con sus respectivos "reyezuelos", que han reproducido y aumentado los mismos vicios del sistema que querían corregir: centralismo autonómico, clientelismo neocaciquil, nepotismo y uso partidista de los medios de comunicación públicos; multiplicación de los funcionarios y de la burocracia; desigualdad entre los ciudadanos de las diferentes comunidades; creación de empresas públicas para colocar a todo tipo de ineptos, holgazanes y alérgicos al trabajo, aumentando de manera exponencial los parásitos que esquilman el bolsillo de los trabajadores, a la vez que se fomenta el voto cautivo, etc.

No siempre, la cercanía del poder es buena para los ciudadanos. En ocasiones, cuanto más próximo está el pastor, mejor controla al ganado y más miedo le infunde. Y es que se han conformado unos poderes oligárquicos  que, en una comunidad pequeña y cerrada, nadie se atreve a desafiar. "La cercanía del poder ha facilitado la creación de opacas redes de provecho mutuo en torno a las cuales se ha hecho un espeso silencio, sólo roto ocasionalmente por la prensa más independiente". ¿Nos habríamos enterado del caso Pujol por los periódicos catalanes?  ¿Y de los ERE por Canal Sur? Denunciar esta situación supone  - para el denunciante -  la pérdida de prebendas, derivadas de "la adjudicación de contratos públicos y la correspondiente comisión ilegal, de los amaños en la dotación de plazas funcionariales, de la desviación de fondos públicos para finalidades clientelares", etc.
 
Nuestras Comunidades Autónomas se han convertido, así, en “Charcuterías Autónomas”, donde los chorizos con denominación de origen campan a sus anchas; ahora, además de <<plurinacionales>>, somos <<plurimangantes>>. Basta abrir un periódico o escuchar un telediario para echarse mano al bolsillo y mirar a nuestro alrededor. Sin ir más lejos:  Transparencia Internacional nos acaba de anunciar que España es el país más corrupto de la Unión Europea. Según un estudio de la Universidad de Las Palmas, la corrupción en nuestro país tiene un coste anual de 40.000 millones de euros, lo que equivale a un 4% del PIB.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? Veamos: Cada Comunidad Autónoma tiene o ha tenido su <<partido-cacique>> (PSOE, en Andalucía; PP, en Valencia; CiU, en Cataluña, etc) cuyos líderes,  creyéndose impunes,  han hecho y deshecho a su antojo en sus feudos respectivos. A la sombra del partido-cacique, uno puede recibir beneficios tales como una generosa subvención o un puesto de trabajo, sin más mérito y capacidad que ser de los "suyos". Sin embargo, cualquier denuncia o crítica a esta situación, puede costarle muy caro al "atrevido".
 
Cuando se formaron la "taifas", lo primero que hicieron fue activar - o crear - y apoderarse de todos los medios de dominación y control necesarios para asentar y reproducir el modelo autonómico. Trocearon el sistema educativo en 17 subsistemas semiautónomos infiltrados por el correspondiente partido-cacique donde, en muchos casos, se adoctrina más que se enseña y donde importa más el aprobar que el saber. Hay que contentar a las estadísticas y, principalmente, a padres y alumnos, que son los que aportan la mayoría de los votos. Para algunos dirigentes es mejor que los ciudadanos no dispongan del arma de la interrogación: así no se preguntarán por qué ellos "viven tan bien" a costa del contribuyente.

A los medios de comunicación públicos se les asigna la función de potenciar "lo propio" cayendo, en muchos casos, en un localismo paleto complementado por el fútbol y la telebasura. Si además se ha inoculado en los ciudadanos el "opio de la nacionalina", entonces no es necesario nada más: sólo verán en blanco y negro y las culpas de sus infortunios nunca las tendrán sus gobernates sino los enemigos de la patria. De esta manera se les vendan los ojos  y, como el que no sabe es como el que no ve, pues ...  nada de pensar, nada de preguntarse el porqué de las cosas. Para que se dejen robar, lo mejor es anestesiarlos.

Ahora el campo está abonado para plantar a todo tipo de corruptos. Así España se ha convertido en una fértil huerta de mangantes, sinvergüenzas y demás gentes de mal hacer y bien vivir. Donde rasques sacas premio. Da igual el partido al que pertenezcan: cada uno roba cuando puede y donde puede; es una corrupción sistémica y generalizada. Porque no sólo es una corrupción política: sin ir más lejos, muchos empresarios cobran con una mano  generosas subvenciones de la hacienda pública y con la otra defraudan todo lo que pueden a la misma hacienda. También los ciudadanos de a pie podemos incluirnos entre los corruptos; por más que  nuestros pecados sean veniales, no dejan de ser pecados. ¿Quién no ha dejado de pagar el IVA alguna vez? La impresión que se tiene es que aquí paga impuestos directos el que no puede burlar al fisco; es decir, los asalariados que disponen de una nómina.

 Hoy, huele a podrido por doquier; hoy, como diría Tirso de Molina en el Burlador de Sevilla, "la desvergüenza en España se ha hecho caballería". Acabo de leer en un periódico que, "en este país, lo único que permanece incorrupto es el brazo de Santa Teresa". También he sabido que tenemos a más de ¡siete mil! detenidos por corrupción.
 

Miles de millones de euros generados con el sudor de los contribuyentes - mayormente, trabajadores - “se han desviado a bolsillos privados”, inflando los costes de cualquier obra pública. ¿Entienden por qué tanto interés en hacer grandes obras públicas que, en muchos casos, nadie reclamaba como imprescindibles? Pues bien, ahora vienen “las madres mías”, amigos; ahora vemos cómo se pone en riesgo nuestra salud por los recortes en sanidad; cómo nuestros jóvenes tiene dificultades para conseguir una beca … Ahora vemos de dónde han salido esos “cochazos”, esas “mansiones” … esa “forma de vivir” que no se justifica con un “sueldo decente”. Ahora vemos, como decía Carlos Cano, que "lo roban ... con cuatro palabritas finas, lo roban". Y ni siquiera eso: son unos chorizos tan vulgares que no saben ni hablar; basta escuchar las grabaciones judiciales donde se expresan con naturalidad y se muestran tal como son: son chorizos de baja estofa, mediocres, "sin clase" que utilizan un lenguaje soez y de una ordinariez y bajeza que raya en la gentuza; son lo "peorcico de la sociedad".

Pero lo peor de todo no es nuestra ceguera;  lo realmente grave es que, una vez que se nos abren los ojos, no hagamos nada y miremos para otro lado, resignándonos como si la fatalidad se hubiese adueñado de nosotros y la situación fuera irremediable. Así, la complicidad, en unos casos, y la inacción, en otros, han derivado en impunidad, cuando deberíamos haber seguido el consejo del citado Tirso: <<Quien tal hace que tal pague>>.

En fin, amigos, quiero concluir con unos versos de Antonio de Trueba, que reflejan muy bien lo que ocurre en nuestro país:
 
En esta tierra insensata
Se imita todo lo malo, 
Porque no hay quien alce el palo
Contra los burros de reata.

Yo, aunque el uso tergiverse,
Siempre por necio tendré
Al que hace lo que hacer ve,
Y no lo que debe hacerse.
                               (A. de Trueba)

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