A mediados del siglo XIX, la provincia de Almería era un lugar aislado en este bello rincón del Sureste español. No disponía de carreteras, ni de ferrocarril; sólo contaba con algunos caminos de rueda - caminos reales, por los que circulaban los arrieros - y mayormente, caminos de pezuña, transitados por animales de carga, conducidos por valientes y atrevidos mozos que, en muchos casos, desafiaban a los asaltantes de caminos.
En Overa, al no estar construido el emblemático Puente de Hierro, añadíase el obstáculo de nuestro intrépido Almanzora. Parece ser que, por aquel entonces, llovía más que ahora, por lo que buena parte del año fluía por su lecho una considerable corriente de agua. Había que cruzarlo, pues, ayudado por vadeadores - robustos mozos de la zona-, por animales de carga - burros, mulas, etc - o por alguna carreta de bueyes. Y si el caudal no lo permitía, el viajante siempre tenía el recurso de hospedarse en la Venta del "Chavo" (1) o en la llamada Venta Overa (2), situadas respectivamente en las márgenes derecha e izquierda del curso fluvial.
En Overa, al no estar construido el emblemático Puente de Hierro, añadíase el obstáculo de nuestro intrépido Almanzora. Parece ser que, por aquel entonces, llovía más que ahora, por lo que buena parte del año fluía por su lecho una considerable corriente de agua. Había que cruzarlo, pues, ayudado por vadeadores - robustos mozos de la zona-, por animales de carga - burros, mulas, etc - o por alguna carreta de bueyes. Y si el caudal no lo permitía, el viajante siempre tenía el recurso de hospedarse en la Venta del "Chavo" (1) o en la llamada Venta Overa (2), situadas respectivamente en las márgenes derecha e izquierda del curso fluvial.
Por aquellos tiempos, vivía en la calle del Mediodía, D. Pascual Castelló (3) - bisabuelo de quien esto escribe - y de antepasados valencianos, como nos indica su apellido. Tenía mi bisabuelo una recua de burros dedicados, entre otras cosas, al transporte de aceite de Jaén. Marcaba la ruta el sonido de un gran cencerro que pendía del cuello del burro-guía, al cual se le aminoraba la carga por tener que soportar el peso del mismo.
Recua de burras con sus capachos de esparto, donde tranportaban las mercancías. |
Así es como ha llegado hasta nosotros el cencerro más grande, famoso y, probablemente, más longevo de nuestros entrañables carnavales: el llamado "cencerrro de Paco de Anica" (4).
Actualmente, tiene el honor de cencerrearlo un ilustre seguidor y entusiasta defensor de nuestras máscaras de camisa: D. Alonso Martos Parra, bisnieto de D. Pacual y perseverante continuador de esta original tradición, por lo que ha recibido una placa de reconocimiento por parte de nuestro Ayuntamiento.
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(1) Cuyo nombre debe de tener relación con el precio del hospedaje: 1 ochavo.
(2) Así llamaban los cobradores del autobús "la Alsina" a la Venta situada en el Cruce de la N-340 con la A-334.
(3) Información proporcionada por otro Pascual Castelló, "el Pascualico", nieto del citado señor.
(4) D. Francisco Castelló García, que heredó de su padre: D.Pascual Castelló.
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