jueves, 9 de diciembre de 2021

EL LAGARTO LOTERO: UNA CURIOSIDAD HISTÓRICA DE HUÉRCAL-OVERA. Por Alonso Martos.



Lagarto con dos colas.
  La afición a la lotería de  muchos huercal-overenses viene de antiguo.

Cuenta nuestro historiador de cabecera, D. Enrique García Asensio, que a finales del siglo XIX unos paisanos, que trabajaban en las minas de Linares, compraron varias participaciones de Lotería navideña de aquel lugar y la suerte les sonrió con cantidades que fluctuaban entre 7.500 y 15.000 pesetas. Los afortunados eran mayoritariamente de Almajalejo y La Parata, y al conocerse la noticia aumentó el fervor lotero en nuestro municipio. En todos los sorteos de  Navidad, los centros sociales y mercantiles de Huércal-Overa (el Casino, la Cooperativa, etc.) solían adquirir décimos para repartirlos entre sus socios y allegados mediante participaciones.

Pero hete aquí que en 1906 el alicantino y huercalense de adopción, D. Miguel Agulló Cano, que era un comerciante de vinos y licores, adquirió en su tierra natal <<medio billete del número 34.746>> del que distribuyó unas 700 participaciones en nuestro pueblo. La diosa Fortuna quiso que al citado número le correspondiera el premio mayor, lo que desató el delirio de los agraciados, máxime cuando el valedor de su suerte invitó a todos a consumir, sin límite ni tasa, el vino que desearan, poniendo a su disposición varios toneles que habrían despertado la envidia del mismísimo Baco. Tres millones de pesetas de la época, repartidos entre gente humilde, bien merecían una 'cogorza general', que derivó en algunos desmanes, por lo que hubo de intervenir la fuerza pública, aunque pronto se instaló la normalidad a medida que la 'jumera' fue remitiendo.

Pues bien, <<al calor y animación de aquella suerte, se generalizó en nuestra villa la afición á la lotería>> y como durante estos tiempos la fortuna estaba de nuestra parte, se dio el caso que en 1907, D. Francisco Carmona Viúdez, alias el Perdigón, trajo a Huércal-Overa siete décimos del número 6.119, correspondiéndoles 175.000 pesetas y otras 2.400 de aproximación en seis décimos del número 6.118. 

Como quiera que ese mismo año el Perdigón portara nuevamente la suerte a los huercal-overenses, con 200.000 pesetas del número 3.807, se extendió por el municipio la creencia de que este señor poseía un lagarto de dos rabos, con los cuales escribía en harina, ceniza o cualquier <<sustancia pulverulenta>> el número que sería premiado. La fe en el saurio llegó al extremo de que hasta las gentes del campo se agolpaban a las puertas del domicilio de don Francisco para intentar conseguir alguna participación de lotería. Ahora bien, como la fortuna posee un carácter cambiante, pasaron algunas jugadas sin que los décimos del susodicho Perdigón obtuvieran el esperado premio, razón por la que muchos vecinos de nuestro pueblo iniciaron una vengativa campaña contra el lagarto lotero, construyendo un colosal fardacho al que dieron muerte y digna sepultura.

No le faltaría razón a quien pensase que este tipo de creencias estaban justificadas en los inicios del pasado siglo, debido a las altas tasas de analfabetismo, pues la ignorancia suele ser buen alimento de la superstición. Sin embargo, tal aseveración podría ser cuestionada si también aducimos que, en pleno siglo XXI, hemos vivido algo semejante en el transcurso del mundial de fútbol de 2010, donde no faltaron los que atribuyeron ciertas artes adivinatorias al famoso pulpo Paul, el cual hizo de 'pitoniso' en muchos de los encuentros disputados con disparidad de aciertos y errores, como no podía ser de otra manera.

A pesar de haber dado muerte al lagarto de la suerte, ésta no abandonaría nuestra localidad durante mucho tiempo, pues en el sorteo de Navidad de 1908 llegó de la mano de don Juan Rosendo Sánchez Pastor, que trajo de Alicante cinco décimos del número 30.628, al que le correspondió un segundo premio de 1.500.000 pesetas. Entre los agraciados figurarían varios overenses de pro como D. Antonio Molina Ayas o D. Adriano Mena y sus hermanos, los cuales percibieron 15.000 pesetas cada uno.

Esta buena racha en los sorteos de lotería supuso una considerable inyección de dinero para los paisanos de la época, lo que provocó un desmesurado aumento de los precios de las propiedades inmobiliarias. Asimismo, las reformas, ampliaciones y edificaciones de casas alcanzaron tal auge que faltaron albañiles en nuestro municipio para atender a tan amplia demanda, teniendo que recurrir a la contratación de maestros y ayudantes de pueblos colindantes.

Concluye nuestro cronista afirmando que <<todos los oficios é industrias disfrutaron los beneficios de aquella gran circulación de numerario; y aunque los vicios é imprudente conducta de algunos de los favorecidos dieron pronto al traste con sus sobrevenidas fortunas, resultó un bienestar general, y el ornato, prosperidad y fomento de Huércal-Overa sufrió perceptibles mejoras, ventajas y beneficiosos efectos>>.(1)


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(1) GARCÍA ASENSIO, Enrique: Historia de la Villa de Huércal-Overa y su Comarca. Tomo III, págs. 238-250.