martes, 28 de febrero de 2023

VENTAS DE OVERA(II): LA VENTA DEL "CHAVO" Y VENTA NUEVA. Por Alonso Martos.

La Venta del "Chavo", hoy rehabilitada y convertida en vivienda familiar.
Foto: Cristóbal el Botas.
A poca distancia del Empalme, cruzando el río y ya en la ribera derecha del mismo, se hallaba la Venta del Chavo o del Ochavo. Emplazada en una zona habitada en tiempos argáricos - por los que pudieron ser los primeros pobladores de Overa - su nombre hacía referencia a la moneda que fijaba el precio de sus servicios. Estaba regentada por Emilio el Remedios - D. Emilio Viúdez - y su familia.

La localización de esta venta y la del Empalme - una en cada orilla del Almanzora - respondía a una estratégica necesidad ya que, por aquellos años del siglo XIX, aún no se había construido el famoso y emblemático  Puente de Hierro. Así, pues, nuestro indómito río había de cruzarse a través de su lecho y cuando la corriente de agua era abundante se hacían necesarios los servicios de los vadeadores, unos robustos y experimentados campesinos que transbordaban enseres y personas de una a otra ribera. Pero cuando el caudal no lo permitía, el sufrido viajero quedaba retenido, teniendo que hospedarse en una de las citadas ventas, hasta que bajara el nivel del agua y el soberbio río se dejara atravesar.

En época de lluvias, los vadeadores se ganaban un buen dinero, pues cobraban hasta 8 reales por pasajero(1), precio que resultaba abusivo para los usuarios. Y ante una actividad tan rentable estos fornidos varones cometían, además, otro abuso consistente en acumular en un sólo punto todas las aguas que fluían esparcidas por el cauce con objeto de prolongar los días de faena, haciendo intransitable el paso hasta de las caballerías.

En su descargo debe añadirse que este trabajo no estaba exento de serios riesgos. Así, en un periódico de la época, podemos leer un suceso acaecido en 1884 cuando una tormenta sorprendió a un pasajero <<en la venta que llaman del "Ochavo">>. En una carta remitida al citado diario, este señor relataba cómo había presenciado que cuando <<un vadeador trató de llevar a la orilla opuesta del río a un pobre anciano que iba a Vera>>, yendo por medio del cauce <<cayeron los dos, siendo arrastrado por las aguas unos 30 metros el pobre viejo>>, y al apercibirse de ello, dos guardias civiles <<y el cartero de Huércal-Overa, Silvestre Martínez(2), todos tres se arrojaron, marchando rápidamente en pos de la corriente, hasta que felizmente pudieron coger al anciano y salvarle la vida>>(3). Eran, pues, gajes del oficio.

Menos famosa era la conocida como Venta Nueva, situada en La Concepción, concretamente en la intersección del camino de Vera con el de Lubrín. Hoy se encuentra en estado ruinoso y los restos de sus tapias podemos observarlos al sur del Cortijo de Juan Ramos, en la orilla de la actual carretera de Zurgena. Su emplazamiento obedecía, asimismo, a la necesidad de alojar a los cosarios y trajineros que penetraban por esta Boca del Almanzora, con sus carros y recuas de burros cargados de las más variadas mercancías, y cuyo destino principal eran los pueblos almanzoreños. Mi propio bisabuelo, Pascual Castelló, que vivía en la calle del Mediodía, era recuero y sus jumentos solían transportar aceite de la provincia de Jaen.

Clientes habituales eran también los numerosos pastores y ganaderos que transitaban por el camino de Lubrín en dirección al muy concurrido e importante mercado de ganado de Huércal-Overa. Próximo a la citada Venta estaba el Corral Viejo, donde podían estabularse los ganados para descanso de pastores y animales, y a corta distancia hallábase también el Parador, donde los rebaños "paraban" para abrevar en un nacimiento de agua que había en el lugar.

Me consta que en nuestra localidad ha habido otras ventas en tiempos no muy lejanos: la conocida como casa de José Pardo, en la Concepción, fue una de ellas. Estaba situada al borde del camino que conduce a Zurgena, que era una vía muy transitada al comunicar los pueblos del levante almeriense: (Antas, Vera, Cuevas, Garrucha, etc.) con el Valle del Almanzora, lo cual viene a confirmar que Overa ha sido tradicionalmente tierra de ventas. 
Lo dice el saber popular: una encrucijada de caminos es el lugar perfecto para un buen ventero.

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(1) Sirva como cifra comparativa que, tras una dura e interminable jornada de trabajo, un campesino  cobraba alrededor de 6 reales.
(2) Sospecho que el cartero huercalense, D. Silvestre Martínez, debía de ser un antepasado de mi buena amiga, la profesora Dña. Ana Martínez Parra.
(3) La Crónica Meridional (Almería), 29-5-1884. Pág. 3.