martes, 16 de junio de 2015

ENTRE PITOS Y BOCINAS. Por Alonso Martos.

Vivo en Overa, un bonito pueblo de gentes trabajadoras y sencillas, en la provincia de Almería. Hace unos días, en sus calles sonaron cohetes y bocinas de automóviles. <<¡Barça, Barça, Barça!>>, gritaban algunos seguidores. Se trataba de mostrar la alegría por el triunfo del FC Barcelona en la final de la Champions League. Me alegro por esas personas, entre otras razones, porque son conocidos o amigos míos.
 
Sin embargo, no he podido evitar la relación de este hecho con lo que ocurrió en la final de la copa del rey, hace unas semanas. También sonaron pitos, pero de odio; se profirieron  gritos, pero de "puta España". Dicen que esto es libertad de expresión, aunque creo que ésta no ampara el insulto y la falta de respeto. Más bien pienso que es la expresión del odio inoculado por el nacionalismo en unas mentes carentes de criterio propio. Estos que "nos tocan el pito", no tienen los elementos de juicio ni la cultura suficientes como para pensar por sí mismos.

En cualquier caso, mal puede ejercerse la libertad de expresión cuando no hay libertad de pensamiento; y no la hay porque el nacionalismo - la ideología contemporánea más perversa, reaccionaria y antidemocrática - es un acérrimo defensor del pensamiento único, contrario a la pluralidad de ideas y, por tanto, opuesto al libre pensamiento. 
 
Entiendo que mis paisanos se alegren de los triunfos del Barça, que se deleiten con el arte futbolístico de Messi o Iniesta, pero me cuesta un poco más entender que le tiren cohetes al "icono" de esa ideología xenófoba que desprecia e insulta. Aducen que ellos valoran el aspecto deportivo, separándolo de cualquier connotación política; pero al mismo tiempo, hay quien llama "fachas" a los seguidores del R. Madrid. Pues bien, tenéis que saber, amigos, que esa palabra no hace referencia a categoría deportiva alguna, sino a una ideología política; y no hay nada más "facha" que el nacionalismo de base foral y carlista, que sólo busca el privilegio. ¿Nunca habéis oído decir que "el Barça és més que un club"? Pues eso, que cuerpo y alma son inseparables. Hubo un tiempo en que este club pudo identificarse con la lucha antifranquista, pero  desgraciadamente, hoy, en muchos aspectos, podría ser envidiado por el Generalísimo.

El fútbol de alta competición, antes que deporte, es un negocio que mueve miles de millones de euros; negocio en el que no es difícil toparse con la corrupción. Pero también es "política": es el opio del pueblo, droga de la que se valen los poderosos para idiotizar y dominar a las personas con menos "defensas culturales"; es el cebo de muchos ignorantes, que saben el  segundo exacto en que marca el "messi" de turno, pero desconocen el curso que estudia su hijo en el colegio.

No sé si en los pueblos de Cataluña se tiran cohetes - o se hacen sonar las bocinas de los automóviles -  cuando el Sevilla gana la Europa League o el Almería asciende a primera división. Me consta que "los catalanes" son muy solidarios y comparten las alegrías de los demás, pero me temo que, en ciertos asuntos, están más por defender lo suyo, que por tirar cohetes a lo ajeno.
En este sentido, a lo mejor convendría que aprendiéramos algo de ellos.