miércoles, 24 de septiembre de 2014

EL ESPEJO ESCOCÉS. Por Alonso Martos.

 
 
Quina llàstima! Ha guanyat el NO! - se lamentaba un tertuliano de TV3, refiriéndose al referendo escocés; lamento al que me uno, porque un servidor también era de los del SÍ: suelo ser de los que se ponen del lado de los " desencajados y oprimidos".  A mí me va la disidencia. ¡Qué se le va a hacer!

Me hubiese gustado que ganara el SÍ, porque en una Escocia independiente "todo iba a ir mejor": la sanidad, la educación, el trabajo, los salarios, la justicia, la libertad... ya  que los nacionalistas, sean de donde sean, tienen esa virtud de saber hacer  las cosas mejor que los "otros".¡Qué se le va a hacer!

Así mismo lo lamento porque, votando mayoritariamente NO, los abuelos escoceses "han matado los sueños de los hijos y de los nietos". ¡Qué sabrán los ancianos de paraísos futuros! Los viejos sólo entienden de batallas pasadas. Sin embargo los jóvenes de 16 años, aunque no sepan qué modalidad de bachillerato elegirán el próximo curso, tienen perfectamente claro cómo será el porvenir del nuevo país*.

No menos poderosa es la razón   que aconseja hacer los  experimentos en casa ajena y así, si los resultados son negativos, allí se quedan y si son positivos podemos servirnos de su experiencia. Imaginaos lo interesante que hubiera sido observar cómo el Reino Unido y Escocia se repartían la deuda; cómo se reestructuraba el ejército de una potencia nuclear y un importante pilar defensivo de Europa, qué moneda adoptaría el nuevo país...
 
Observar cómo reaccionaba la Unión Europea ante una situación sin precedentes en su seno.  ¿Mantendría el estribillo ese de "es un asunto interno de los Estados"?  Más bien creo que se habría visto obligada a diseñar un plan o estrategia institucional;  a elaborar una doctrina consensuada que sirviera de referencia para posibles situaciones futuras. De esta manera, tanto los votantes como los libertadores de naciones, sabrían a qué atenerse. No puede ser que cada burguesía local o, lo que es lo mismo, cada grupo de cazadores de rentas, quieran crear su coto privado de caza, para evitarse la competencia de los demás y, así, campar a sus anchas, sin que nadie interfiera en sus actos, ni los moleste, ni los controle...La Unión Europea no puede, ni debe, hacer la vista gorda ante un problema que atenta contra su propia existencia.
 
En definitiva, también me parece que si hubiera ganado el SÍ a la independencia, se habría "acabado la rabia", aunque fuera por la muerte del perro. Los referendos donde el NO es mayoritario, tienen repetición; mientras que los de mayoría afirmativa, son irreversibles y definitivos. No nos engañemos y digámoslo en "nuestra fabla cervantina": la solución que no debemos contemplar - porque nada soluciona y por perversa, autodestructiva y corrosiva para la convivencia - es la conllevancia de los problemas territoriales de forma permanente.

Valga como última razón - aunque hay muchas que podrían añadirse - que lo siento porque se ha roto el espejo escocés y, ahora, los libertadores no tienen dónde mirarse. ¡Qué se le va a hacer!
 
 (*) Hay que decir que, según informaciones periodísticas, los jóvenes de entre 16 y 24 años han votado mayoritariamente NO.