domingo, 15 de diciembre de 2013

EL INFORME PISA. Por Alonso Martos.

 
Aún está caliente el horno del reformatorio donde se ha cocido la última reforma de la reforma de la educación reformada y ahora nos llega el dichoso INFORME. ¡Ay,Señor! ¡Éramos pocos y parió PISA! Es tozudo - el Informe -  y nos dice, una vez más, que estamos estancados en los lugares situados por debajo de la media de la OCDE;  vamos, que nuestro sistema educativo está instalado en la mediocridad y no hemos sido capaces de lograr una mejora sustancial en la última década.

El asunto no es baladí, porque el susodicho  no nos alerta de que nuestros centros educativos tienen pocas pizarras digitales o pocos ordenadores, sino de que los alumnos no saben leer bien. En efecto, estamos flojitos en comprensión lectora, que es la herramienta que incide sobre las demás materias;  y no perdamos de vista que la base del conocimiento está en el dominio de la lectura. Así, si no entienden el enunciado,  difícilmente podrán resolver un problema matemático. Además, no se adquiere el hábito lector si no se disfruta leyendo. ¿Cómo voy a leer si no entiendo lo que leo?

El Informe nos dice, asimismo, que el Lejano Oriente gana la carrera de la educación: los países y regiones que copan los siete primeros puestos son asiáticos. China y su área de influencia son los que nos ganan la partida. Pero, ¿qué tienen de "especial" dichos países? Entre otras cosas, las siguientes:

- Valoración social de la educación: Las familias chinas– y por extensión toda la sociedad - valoran la educación por encima de todo. Así una madre afirma que “puede ahorrar en ropa, en calefacción, incluso en comida, pero jamás escatimará un yuan en la educación de sus retoños. Siempre nos han enseñado que es lo más importante en la vida, una inversión indispensable. Porque sin educación no es posible tener éxito”.

- Esfuerzo personal y dedicación al estudio:  Según el diario el País, un adolescente chino entra en clase a las siete y media y vuelve a casa a las cuatro de la tarde; y muchas veces estudia hasta las diez de la noche, teniendo actividades extraescolares como inglés o piano. Así nos llevan uno o más cursos de adelanto.

Aquí conviene hacer una salvedad, compartiendo las palabras de Xu Anqi, profesor de Sociología de la Universidad de Fudan : "Es evidente que los resultados son muy positivos, pero también es cierto que la presión y la competitividad a la que están sometidos los alumnos desde muy pequeños pueden tener efectos negativos en su socialización y en su desarrollo humano, apartados que no analiza el informe PISA".

- Responsabilidad  y consideración de los estudios como un medio de promoción social: Cuando se le pregunta a un alumno por qué no debe suspender,nos responde que no se lo puede permitir, pues sus padres hacen un gran esfuerzo y sacrificio. Además, es la mejor manera de tener un buen futuro.

- Respeto y reconocimiento de la figura del maestro. En la cultura oriental se mantiene la influencia de la doctrina confuciana, para quien la figura del maestro es sagrada.
 
En nuestro país, la labor de los maestros, cada vez está menos reconocida. Mientras escribo esto, escucho en el telediario que hay un alto porcentaje de profesores amenazados por padres y alumnos.

- Implicación de toda la sociedad en la educación de sus jóvenes. Baste una anécdota para demostrarlo: Un adolescente chino de 15 años, de viaje por Egipto, dejó escrito con una piedra en las paredes del templo de Luxor : “Ding Jinhao estuvo aquí”. Fue descubierto por otro turista de su misma nacionalidad que lo publicó en su blog para denunciar la gamberrada. Después de que varios internautas descubrieran la identidad del joven grafitero, sus padres, pidieron perdón al pueblo egipcio y a toda China por el comportamiento de su hijo , resaltando que Ding se había dado cuenta de la gravedad de su conducta.

En una sociedad de más de mil trescientos millones de almas, se busca a este adolescente y, una vez localizado, se le impele a que pida disculpas.

¿Se imaginan una situación así en nuestro país? Desgraciadamente, hoy, sería más fácil imaginarse a unos padres españoles que "defendieran y justificaran" el comportamiento de su hijo.
 
A continuación vendrán los "analistas" a explicarnos cuáles son las causas y los causantes de que nuestros alumnos obtengan semejantes resultados: los políticos con sus leyes educativas no consensuadas, los maestros poco formados y menos motivados, el número de alumnos por aula, los inmigrantes, la inversión en educación, la dejación de las familias...No faltarán tampoco los negacionistas que digan que este informe no refleja la realidad educativa de nuestro país, etc. Amén.
Ahora bien, igual que los reformadores, la mayoría de estos "analistas" no ha pisado una escuela o un instituto en su vida como maestros o profesores. Pero, como de educación y de fútbol sabe todo el mundo en este país, prescindiremos de las opiniones de los profesionales de la enseñanza que diariamente van al tajo.

Veremos cómo tertulianos de todas las profesiones (Periodistas, jueces, médicos, pedagogos, psicólogos...)desfilan por todos los medios de comunicación “arreglándonos el mundo de la educación”. El día que inviten a un maestro - quizá "maestrillo" - a uno de estos programas,  habrá que tirar cohetes.

El juez Calatayud – por el que siento mucho respeto y admiración - recorrerá pueblos y ciudades, llenará salones de actos y recogerá masivos aplausos por decirnos que a nuestros hijos no se les puede consentir todo; que hay que saber decir no, que las cosas se consiguen con esfuerzo y que padres y profesores deben apoyarse mutuamente por el bien de los jóvenes. Pues bien, eso y mucho más decimos todos los días los profesionales de la enseñanza y nuestras palabras caen en saco roto.

 
 Ahora, los "técnicos y especialistas" que se marcharon a Finlandia a estudiar su sistema educativo, habrán de trasladarse al Sudeste asiático a hacer lo propio. Pero, mientras regresan con sus maletas plenas de soluciones, os propongo un sencillo ejercicio: salgamos a nuestras calles, busquemos a cualquier persona que ronde la cincuentena y lleve puesto el sentido común. Preguntémosle cuáles son los requisitos para ser un buen estudiante y para tener una educación de calidad.

 Probablemente nos responderá algo "tan simple" como que el primer deber de un estudiante es estudiar  ("codos",¿recordáis?) . Porque el estudio, amigos, requiere esfuerzo, tenacidad, dedicación (horas), sacrificio (no poder salir con los amigos, etc ). Trabajo, mucho trabajo. No me estoy refiriendo sólo a un ejercicio  memorístico - que también es necesario - sino a una actividad de comprensión, asimilación y dominio de los contenidos de las diferentes disciplinas. Y es que, cualquiera, por muy iletrado que sea, sabe que todo aprendizaje requiere un esfuerzo, un tiempo y una dedicación.
¿Están nuestros alumnos por la labor?
 
Nos dirá también que la la educación empieza en la propia familia, que los padres tenemos el deber de hacer un seguimiento de la actividad escolar de nuestros hijos, exigiéndoles que sean responsables; que periódicamente deberán ponerse en contacto con el profesor-tutor para cerciorarse de la evolución académica del alumno; que deberán apoyar la labor de los profesores y no los desautorizarán nunca en presencia de sus hijos.
¿Estamos los padres por la labor?
 
Añadirá, asimismo, que es imprescindible  contar con unos buenos maestros y profesores, bien formados, con vocación, seleccionados entre los mejores estudiantes y bien pagados.
¿Están nuestros dirigentes políticos por la labor?

Concluirá diciéndonos que la sociedad ha de tener como objetivo prioritario la educación y la formación de sus ciudadanos. Sin el apoyo de todos, la labor educativa se hace muy difícil.
¿Está nuestra sociedad por la labor?

Sabemos, por experiencia, que cuando un país decide fomentar el desarrollo de las piernas, tiene muchos y buenos futbolistas pero pocos científicos; y éstos, además, tienen que emigrar a otros países para poder investigar. Por ello, sería deseable equilibrar la situación, promoviendo, en mayor medida, el ejercicio neuronal de nuestros jóvenes.

 Corregir la situación en la que se encuentra nuestro sistema educativo no va a ser tarea fácil, mientras no se venzan las inercias e intereses corporativos e ideológicos que lo dificultan; y sobre todo, mientras toda la sociedad no se implique y reme en el mismo sentido. Para rectificar el rumbo, nada mejor que la educación, porque  como afirma  el recién fallecido Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

PERSONAS DE "COLOR". Por Alonso Martos.


A los niños de mi generación nos enseñaron en la escuela que, según la clasificación de Lesson, las razas humanas eran tres: blanca, amarilla y negra.

Hoy se considera que las razas humanas  no existen o que todas las personas pertenecemos a la misma “raza”.

La mayoría de la gente tiene la piel morena. Que los europeos del norte sean muy blancos o los centroafricanos muy oscuros, es el resultado de procesos adaptativos relacionados con el clima y la incidencia de los rayos solares. Por tanto, parece lógico pensar que hace miles de años todos serían morenos.

Por otro lado, aunque convencionalmente llamemos colores al blanco y al negro, parece ser que físicamente no lo son.

Pues bien, con cierta frecuencia escucho la expresión “personas de color” para referirse a individuos de piel negra o muy morena. O sea, lo que siempre hemos entendido como personas de “raza negra”. Porque si a usted le dicen que un “atleta de color” ha ganado la carrera de los cien metros lisos, seguramente entenderá que la ha ganado una persona de piel negra, no un oriental o un blanco. O ¿es que habrá quien piense en una persona azul o verde?

Entonces, ¿a qué viene el eufemismo? Parece ser que algunos creen que es ofensivo, duro o malsonante llamar negro a un negro. Pero, ¿por qué ha de serlo? ¿Acaso lo es llamar blanco a un blanco? Pienso que objetivamente, “el pecado no existe; sólo está en la prejuiciosa y pervertida mente del moralista”. Y si alguien lo dice con intención de ofender, es que tiene las luces más cortas que las mangas de un chaleco y, además, es un un xenófobo y un racista.

Si yo fuera “negro” no me gustaría que se dirigieran a mí como una “persona de color”. Es lo que le pasa a Cécile Kyenge - la primera ministra negra en la historia de Italia - quien indicó a los que dudaban si llamarla ministra de color o afroitaliana: - “No, yo no soy de color; yo soy negra”. Nada de andarse por las ramas de la cursilería; al pan, pan... La ministra de integración también aclaró que los insultos racistas no le afectaban, porque su objetivo era demostrar a los inmigrantes que ellos también podían salir adelante.

Aunque pienso que los defensores de esta especie de “asepsia del lenguaje” lo hacen con la mejor de las intenciones, también creo que no siempre aciertan en sus propuestas; por tanto, me niego a seguirlos de forma acrítica. Y he de confesar que algunos de esos creadores del lenguaje políticamente correcto, esa especie de “macarras de la moral lingüística” que diría Serrat, me ponen negro. ¡Bueno...qué digo! Me ponen “de color”.

jueves, 31 de octubre de 2013

USOS AMOROSOS DE NUESTROS ABUELOS. Por Alonso Martos.


*INTRODUCCIÓN:


Desde que el mundo es mundo, el apareamiento ha sido una finalidad vital de los "Adanes y las Evas" que lo han habitado. Así, en el “Libro del Buen Amor” (1) podemos leer:
 
Como dice Aristóteles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera
por tener mantenencia; la otra cosa era
por tener juntamiento con hembra placentera”.
 
En efecto, se trata del instinto de supervivencia, aquel que nos lleva a adaptarnos al entorno para satisfacer las necesidades básicas y el instinto de reproducción, que tiene como objetivo hacer perdurar la especie por encima de cualquier otra cosa.
 
Y es que cuando los dioses crearon a los seres humanos, colocaron a cada hombre y  a cada mujer el potentísimo imán del deseo, para que sintieran una irrefrenable atracción mutua y el mundo fuera preservado por su unión.

 Porque “un hombre solo, una mujer/ así tomados de uno en uno/ son como polvo, no son nada” (2).
 
El propósito de este modesto estudio es describir el proceso que debían seguir nuestros abuelos en la búsqueda de su media naranja, en el ámbito de la sociedad rural tradicional, y que podríamos situar en el tiempo que va desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX.
 
Los jóvenes de la época debían seguir la tradición y atenerse a las normas sociales del momento, determinadas, en buena medida, por una estricta moral católica. El papel atribuido al hombre era muy diferente del que había de desempeñar la mujer.

Mujeres a principios del siglo XX.
Sus vestidos no dejaban ver los tobillos.
El honor y la reputación de los padres – y de toda la familia - dependían de la conducta de las hijas. Por ello, su comportamiento debía sujetarse a la más estricta observancia de la decencia, el recato y la castidad que las llevarían vírgenes al matrimonio. No sólo estaba proscrito todo tipo de contacto carnal, sino que a una doncella se le aconsejaba una mirada indirecta o bajar los ojos ante los hombres. Durante muchos años los tobillos estuvieron ocultos tras las faldas y muy entrado el siglo XX se produjo un cierto destape que permitió enseñarlos, así como una parte de la pierna. La rodilla debía permanecer oculta y era impensable el uso de pantalones.

Dña.Carmen Invernón.(Overa,1948).
Aquí, el vestido tapa la rodilla.
Foto cedida por Carmen Degioani para Overa Viva.
Desde que se iniciaba una relación hasta que se celebraba la boda, podían pasar muchos años. Este tiempo previo a la formalización del matrimonio es lo que llamamos noviazgo que estaba ligado a la fidelidad, la lealtad y el compromiso. Y dentro del mismo, podemos distinguir dos subperíodos: El noviazgo informal, antes del permiso paterno; y el formal, una vez que el padre de la novia ha dado el visto bueno a la relación y el mozo entra en casa de la moza.

Veremos, pues, que la casa de la novia es el límite o escollo que hay que salvar. Así podremos observar cómo en este espacio -la casa - es donde tienen lugar los principales acontecimientos: el permiso paterno, el noviazgo formal  (el novio habla con la novia bajo la estricta vigilancia de la futura suegra), el pedimento y finalmente, la novia sale de su casa para “ir al altar o irse con el novio”.

 
*EL CORTEJO O GALANTEO.
 
 
Ambas palabras pueden servirnos para definir las acciones que un hombre llevaba a cabo para “procurar captarse el amor de una mujer, especialmente para seducirla” (RAE).
 
En la sociedad agraria tradicional, se piensa que no es “bueno que el hombre esté solo” ni que la mujer “se quede para vestir santos”. Éste debe buscarse “una mujer de su casa” y ella un “hombre que la mantenga”.

Los papeles quedan claros: La mujer en la casa, encargada de las labores domésticas; el hombre se encargará del sustento familiar.
 
Veamos, pues, cuáles son las actuaciones que el joven campesino ha de seguir para “llevarse al huerto a la moza”.

a) FASE APROXIMATIVA Y PRIMEROS ESCARCEOS: 

 
Se trata de la etapa en la que el chico  y la chica entran en contacto e inician el proceso de aproximación, con la finalidad de conformar una relación de pareja, y de las estrategias utilizadas.
En el mundo rural y en una sociedad patriarcal, estos acercamientos se han caracterizado por el predominio de la conducta activa del hombre, que toma la iniciativa y conduce el galanteo; y el comportamiento pasivo de la mujer, que debe esperar a ser cortejada.
Algunos especialistas, como la antropóloga Helen Fisher, “plantean que casi todos los signos emitidos durante el galanteo pertenecen a las mujeres" y que es después de  esta precomunicación no verbal que el hombre intenta la relación. Y es que la mujer "tiene congénita maestría en el luminoso lenguaje de las miradas y con los ojos sabe decir sin desplegar la boca cuanto quiere, piensa y siente". (3)
 
Puede que no sea ni tanto ni tan poco. Aunque quizás las mujeres, a lo largo de la historia, han aprendido tácticas más sutiles o un lenguaje no verbal para hacer llegar a los hombres algunas indicaciones acerca de sus sentimientos amorosos.

 No obstante , la moral imperante en la sociedad rural tradicional dejaba claros los principios de relación entre los dos sexos: pasividad, discreción y pureza para las muchachas; actividad e iniciativa para los muchachos, que tenían que galantearlas para conquistar su corazón. Que una mujer tomara la iniciativa era motivo suficiente como para considerarla una “fresca”.

Cabe señalar también, que había una cierta endogamia en las relaciones amorosas, pues no estaba bien visto que las mozas del pueblo o aldea se echaran novios forasteros. Pero cuando esto sucedía, el joven foráneo  tenía que “pagar el piso” (pagar una invitación a los mozos del pueblo). Era como si éstos tuvieran un cierto derecho de preferencia sobre las muchachas del pueblo.


La trilla: Una faena agrícola colectiva que facilitaba las relaciones sociales.
 
Las estrategias de aproximación utilizadas por aquellos jóvenes hay que situarlas en el marco de las relaciones humanas ligadas a las faenas y ciclos agrícolas y al calendario festivo. Su tiempo libre era muy reducido, porque ganarse la vida en el campo nunca ha sido una tarea fácil, pero en el período a que nos referimos, era muy duro, pues carecían de los medios técnicos que ahora dispone cualquier agricultor.
 
Las adolescentes del agro español de la época no estaban escolarizadas (4) ya que no se consideraba necesario para desempeñar las funciones domésticas o laborales. Algún moralista recomendaba no enseñar a escribir a las hijas, “pues no convenía para su buena crianza”. Puede decirse, por tanto, que los espacios de socialización se limitaban, en buena medida, a las actividades colectivas, en las cuales se producirían los primeros escarceos amorosos.

Con todo, quizás convengamos que las fiestas y, dentro de ellas, el baile y el paseo, eran el espacio y el momento idóneos para el acercamiento amoroso.

El baile siempre ha sido un medio para comunicar emociones y sentimientos a través del lenguaje corporal, de los movimientos y los gestos.

 Nuestros jóvenes abuelos debían pasar por "el puesto de guardia" para pedir baile a la moza. Esto es, que  solían pedir permiso a la madre para bailar con ella, aunque ésta siempre dejaba la decisión en manos de la joven. Un código no escrito hacía que una mirada o un gesto de la progenitora orientara la respuesta en uno u otro sentido.

También el paseo era un espacio muy importante para el encuentro de los jóvenes de ambos sexos. Tradicionalmente la calle ha sido un lugar de juegos y de socialización por excelencia. Era impensable que nuestras jóvenes abuelas se reunieran en tabernas y ventorrillos -lugares visitados por hombres - donde estaba mal visto que entrara una mujer, ni siquiera con su marido.
Comunmente, en los pueblos y aldeas de la época, había una vía pública (calle, camino , carretera o plaza) dedicada al paseo. Éste tenía lugar los días festivos, a unas horas más o menos fijas, y las chicas iban todas juntas, como nos lo indica una canción popular :

Las muchachas de este pueblo
son igual que las estrellas
o van todas juntas
o no va ninguna de ellas”.
 
Era costumbre que fueran en filas, cogidas del brazo, por lo que las situadas en los extremos eran más asequibles; existía así una posición táctica en función de qué galán se acercara al grupo; si no interesaba, la chica se colocaba en el centro.
 
Los jóvenes - que normalmente paseaban en sentido contrario - intentaban acercarse y ponerse al lado de las mozas que pretendían, para poder hablar con ellas. Era el primer paso para el inicio de una relación amorosa. Una fija mirada, una dulce sonrisa... podían ser el timbre que abriera la puerta del corazón adolescente.


Grupo de muchachas paseando poe el Puente de Hierro. (Overa, década de los 50).
Foto cedida por Carmen Degioani para Overa Viva.
Así pues, cualesquiera de estos escenarios podía ser testigo del inicio de una relación amorosa.
  
- EL TONTEO: Cuando una individuo empieza a mirar a otro como algo especial y único, podemos decir que ha saltado ese chispazo romántico, germen de una posible relación amorosa. Se supone que ha descifrado esa mirada, ese gesto... y entiende que el campo está abonado para la semilla del amor; son los prolegómenos.

La chica en “edad de amores o de merecer” es pretendida y cortejada por el chico; lo que se llamaba “andar tonteando” o que “fulanico y menganica se gustan” y después vendrá la declaración amorosa del mozo. Pero vayamos poco a poco que, en cuestión de amores, no es bueno precipitarse.
 

b) EL NOVIAZGO:

Pareja de novios:
Dña.Carmen Invernón y D.Miguel Gómez.
(Overa, 1948).
Foto cedida por Carmen Degioani
 para Overa Viva.
En la época a que nos referimos, el noviazgo era el tiempo que duraba una relación amorosa con fines matrimoniales y bajo una estrecha vigilancia social. Quizás no sea exagerado afirmar que la duración media de dicha relación podría rondar los diez años.

Consideraremos dos etapas bien diferenciadas: El noviazgo informal, cuando el compromiso no es “oficial”; y el noviazgo formal, cuando el padre de la novia da el visto bueno a la relación y concede el permiso al novio para entrar en la casa.

Según diversas fuentes, la institucionalización del noviazgo se produjo a principios del siglo XX, e implicaba una normalización de los comportamientos amorosos y la vigilancia social de los lugares de encuentro. Este período previo al matrimonio servía para que los futuros esposos pudieran relacionarse y conocerse respetando las normas morales de la comunidad.

 
- LA DECLARACIÓN Y EL NOVIAZGO INFORMAL :
 
 
 Se trataba de que el joven comunicara de forma explícita y solemne su amor a la chica. Sírvanos como modelo de declaración la letra de una canción de los años cincuenta:
 
"Canastos" (5).
 
- “Señorita,
hace mucho que la espero, soportando el aguacero
por decirle que la quiero, aunque usted no lo permita.
...¿Qué me responde usted?
- Caballero,
nunca he estado enamorada, déjeme una temporada
porque no me fío nada, de un cariño pasajero.
...¡Váyase, por favor!
Con el amor no se juega, ¡ay canastos! Que es peor,
porque el amor, cuando llega, es ¡canastos!, lo mejor.
 
  - Señorita,
yo le ofrezco la fortuna, las estrellas una a una
con el sol y con la luna, y el amor que aquí palpita.
...Ya ve que soy formal”. (...)
 
Con la innata sabiduría de toda mujer, una de las estrategias usadas por las mozas, solía ser acentuar el desdén para aumentar el deseo, por mucho que le importara el pretendiente.
 
Así, pues, podía haber un rechazo fingido o una expresión de duda ante la posibilidad de “un cariño pasajero”. No abrir la puerta del corazón al primer toque y hacerse de rogar eran pruebas de la entereza moral de la joven. Además era prescriptivo cerciorarse de las buenas intenciones del pretendiente, pues estaba muy mal considerado socialmente que un mozo fuera "de farol y se riera de la moza”. Era la honra personal y el honor familiar  lo que estaba en juego.
Por eso, no había que desfallecer y se aconsejaba perseverar en el intento, aun cuando la pretendida diera calabazas al joven en un primer momento. El Arcipreste aconseja la insistencia y no echarse para atrás ante el primer contratiempo: “Si la primera ola fuerte espantase al marinero, éste nunca entraría en el mar”. Pero con arte, sabiduría y buenas maneras se escalan los más altos muros. Por eso añade:
 
"Con arte se quebrantan los corazones duros,
tómanse las ciudades, derríbanse los muros,(...)
 
"Debes frecuentar los mismos lugares que ella, decirle palabras adornadas con gestos amorosos (...). Cuando una mujer duda ya la has conseguido".
 
...el que poder no tiene, oro, ni hidalguía,
tenga manera y seso, arte y sabiduría". (6)
 
 
Si la mujer daba el sí, podía decirse que esa “chica tenía novio, se había arreglado o hablaba con fulanico”: Se iniciaba lo que hemos denominado el noviazgo informal.

 A partir de ahora se les empezaba a ver juntos, hablando en la puerta de la casa o en algún espacio público, pero siempre bajo el ojo vigilante de la madre de la chica.

Puesta en amores, la novia se sometía a una fidelidad total al novio. No obstante, en esta fase no se llega al grado máximo de compromiso. Todavía se admite una cierta "informalidad" y socialmente se acepta, en mayor o menor grado, que la relación pueda no llegar a buen puerto. Antes de la formalización del noviazgo, romper la relación no es tan traumático ni está tan mal visto como en el noviazgo formal.

- PERMISO PATERNO Y FORMALIZACIÓN DEL NOVIAZGO :
 
 
Una vez que el mozo y la moza se declaran su amor y deciden formalizar su relación, es necesaria la conformidad del padre, para que el novio pueda entrar en la casa y hablar con ella; lo que en algunos sitios se llamaba "pedir la puerta". Esto implica la aceptación de la autoridad paterna sobre el entorno doméstico y sobre las personas que viven en él.

Contar con el futuro suegro es “una manera formal de declarar unas intenciones y propósitos, de asumir una responsabilidad y de ser reconocido como novio”. Esto da derecho a entrar en casa de la novia y hablar regularmente con ella. Se produce un cambio de estatus en la relación: a partir de ahora pasa a ser considerado “como un hijo” de la familia. También se espera de él una actitud de respeto, formalidad, seriedad y una voluntad de llevar el “compromiso” hasta el final.
En general, el procedimiento era el siguiente : el mozo decía a la chica que comunicara a su padre que quería hablar con él. El día señalado, la moza se ausentaba de la casa (porque sentía vergüenza) y el muchacho expresaba al padre sus deseos de ser novio formal de su hija, ya que se querían y llevaban un tiempo de relación. Normalmente, el padre aceptaba y exigía seriedad, formalidad y respeto por parte del pretendiente. Sepamos que si, en esta etapa, la relación se rompía, la moza tendría serias dificultades para "echarse un nuevo novio". El comportamiento de éste debía estar guiado, en todo momento, por la salvaguardia de la honra familiar.

 
- LA HONRA FAMILIAR Y LA VIRGINIDAD:
 
En el sistema social del pratiarcado, el honor y la vergüenza familiar iban ligados a la virginidad femenina. Ésta servía como parámetro de superioridad moral. También simbolizaba la castidad, el respeto a la moral católica y aseguraba una línea sucesoria libre de “elementos extraños”.
 
La honra personal y de la familia era un preciado tesoro que radicaba en la sexualidad de las mujeres de la casa. Pero podía perderse debido a "la debilidad innata de la mujer" o por la acechanza permanente de los hombres ajenos a la familia.
Se necesitaba, pues, un severo control sobre las chicas y su atractivo erótico y sexual. Todos los miembros del grupo familiar multiplicaban sus esfuerzos por vigilar la irreprochable conducta de la doncella. Si la chica tenía un desliz y quedaba embarazada, su decencia quedaba expuesta públicamente, y en ocasiones, los padres decidían echarla de casa para salvar el honor de la familia. Y, como tenía muchas dificultades para casarse con otra persona, la única alternativa, para recuperar parte del honor perdido, era casarse con el responsable de su embarazo.

 En el siglo XVIII, fray Antonio Albiol advierte de que "ay algunas hijas tan inquietas y malas, que no basta todo el cuidado de un pobre Padre para repremirlas, y sería conveniente que el Padre resuelto les escupiesse en la cara, dize el Sagrado Texto, para que ellas se confundiesen con el rubor de su fealdad, y pusiesen raya à sus malos passos". (7). Parece clara la actitud vejatoria para con la joven y el decidido propósito de "matar la belleza" y su atractivo, causa de la conducta deshonesta.
 
El ideal tradicional era, pues, una mujer asexuada, pura y virgen; sumisa y abnegada hasta el olvido de sí misma. La fidelidad y una vida recogida también eran virtudes que salvaguardaban su honor.
 Entre nosotros, todavía podemos encontrar vestigios de la gran importancia otorgada a la virginidad. Me refiero a la prueba del pañuelo que se practica en la comunidad gitana. La chica se casará con el primer y único novio, y si no es virgen, se quedará soltera. No obstante, me atrevo a afirmar que tal costumbre es, hoy, más un formalismo ritual que una exigencia real.
 
En fin, quiero pensar que, actualmente, nos encontramos muy lejos de esta concepción de la mujer; no obstante, dejo a vuestro criterio la valoración de lo expuesto.
 Ahora, vayamos a la casa de la novia y observemos cómo se desarrolla el galanteo en el interior de la misma.
 
- EL NOVIAZGO FORMAL Y LA "RONDA" EN CASA DE LA NOVIA:
 
El DRAE define así el vocablo  Rondar: "Dicho de los mozos: Pasear las calles donde viven las mozas a quienes galantean".
 
En nuestra zona, también lo usamos para designar al galanteo que tenía lugar, fundamentalmente, en casa de la novia.
Los días de visita del novio  - días de ronda -  eran uno o dos en medio de la semana y los domingos y festivos. Los  laborables el tiempo dedicado a la “ronda” iba desde la finalización de la cena (21 h. aprox.) hasta las 22:30 ó 23 h., más o menos.
 
Los novios se sentaban en sillas “convenientemente separadas” en la sala de entrada de la casa que, antiguamente, era un lugar espacioso.
La madre de la novia o “carabina” vigilaba enfrente de la pareja o en la estancia contigua, que solía ser el comedor, separada por un arco sin puerta desde donde ejercía sus funciones de “policía”. El candil o el quinqué eran las fuentes de iluminación y si las “distancias se acortaban” o había algún amago de “pellizquito” a la madre podía darle un “poco de tos”, “carraspeo” o una cierta intranquilidad que le llevara a “mover la silla” con un poco de ruido... o zurrir las tenazas del fuego de la chimenea.
 Si, por algún motivo, la señora tenía que ausentarse, el sitio no quedaba desguarnecido y la “garita” era ocupada por otra persona (una hermana de la novia u otra persona mayor, por ejemplo).
Los contactos "carnales" estaban proscritos y son numerosos los testimonios personales que confirman que el primer beso se lo dieron en la mejilla y después de mucho tiempo de noviazgo. Y es que "no son pecado mortal ni venial aquellos besos limpios en la mejillas, frente y manos, con que los enamorados se regalan y fomentan su cariño, cuando se dan con limpieza, brevemente y en circunstancias especiales como un día grande, el día del santo" .(8)
Para indicar que la “ronda” llegaba a su fin, la madre miraba el reloj y le daba cuerda, mandaba a la novia a por un vaso de agua o a echar los garbanzos a remojo... En algunos lugares existía la costumbre de que la novia ponía la escoba para indicar que la visita finalizaba.
- EL PEDIMENTO: Después de muchas noches de ronda y consolidado el noviazgo, cuando los novios decidían casarse, se celebraba la ceremonia del pedimento.
Conocida también como la solicitud de mano, "la pedida" o  petición de la novia, tenía lugar en la casa de ésta, a donde se desplazaban los padres del novio – solos o acompañados de algunos familiares -. El padre pedía para su hijo la mano de la novia a su futuro consuegro y se acordaban todos los términos del casamiento. Era costumbre que el padre del novio entregara un sobre con dinero a la novia. Dependiendo del nivel económico de la familia o de las  costumbres del lugar, también podían entregar a la futura esposa, un anillo de compromiso. Éste se colocaría en el dedo anular de la mano izquierda, por la vieja creencia de que la vena de ese dedo llega al corazón.

Foto de boda. Plasencia (Cáceres,1903).
Fuente: 20 minutos.es
Los pedimentos solían hacerse la noche de un domingo u otro día festivo y libre de trabajos.
A partir de este momento, el estatus de novios dejaba paso al de prometidos.
Cuando se sabía la fecha de la boda, se procedía a la invitación de familiares y amigos. Se iba casa por casa, la novia y la madre, por un lado y la suegra por otro, invitaban - de palabra - a los suyos.
Las amonestaciones eran tres y se hacían en la misa dominical de la parroquia donde residían. Los tres domingos anteriores a la boda, el sacerdote anunciaba el próximo casamiento. La finalidad de las mismas era darle publicidad al evento, asegurándose de que no había impedimentos de ningún tipo para la celebración del enlace.
También había que pensar quiénes serían los padrinos o compadres. Este honor solía recaer en un matrimonio o pareja de novios, unidos a los contrayentes por lazos familiares o de amistad.
- EL AJUAR: Palabra de origen árabe, que sirve para designar tanto los muebles, enseres y ropas básicos de una casa, como los muebles, ropas, etc que aporta la mujer al matrimonio.
El mero hecho de ser mujer daba por supuesto que su destino era el casamiento, por lo que la muchacha podía empezar a preparar el ajuar, aunque no hubiera el más mínimo indicio de relación con un hombre. La responsabilidad de su preparación recaía en la madre. Los componentes del mismo eran diferentes atendiendo al nivel económico de la familia, pero puede decirse que las sábanas, mantas o colchas, algún cobertor, toallas y ropa interior no serían ajenos a ningún ajuar. Los bordados y encajes podían ser motivo de distinción e indicativos de los posibles de la novia.
Además de la ropa, también podrían añadirse más o menos muebles o utensilios necesarios para la casa y para iniciar una nueva vida independiente: la artesa para amasar el pan, la tabla, el medio celemín, el cedazo... algunos platos , vasos, fuentes...sartenes...los hierros (trébedes) de la lumbre....la zafa para lavarse, las sillas y la mesa y un arca para guardar la ropa...
En general, las mozas no trabajaban por cuenta ajena y no tenían unos ingresos personales, por lo que dependían de los padres.
Por el contrario, los hombres solían trabajar antes de casarse y una parte de las ganancias las ahorraba la familia para este transcendental momento y para montar la casa.
 
Era costumbre que la alcoba, imprescindible para iniciar la nueva vida,  la aportara la familia del novio. Y como "el casado casa quiere", ésta la ponía el muchacho, aunque en muchos casos se quedaban en casa de los padres. Podrían añadirse más o menos muebles u objetos necesarios  para el hogar. 
La preocupación prioritaria sería el traje de boda - que debía servir para muchos acontecimientos posteriores - , los zapatos, la ropa interior, calcetines, pañuelos...Y, puesto que el hombre debía procurar el sustento familiar, también habría de tener un "oficio" y los utensilios necesarios para ganarse la vida: azada, hoz, capazo, sera, garbillo..., a los que podía añadirse algunos animales (burra, cabra, gallinas...), dependiendo de las posibilidades económicas del mozo.

- LOS REGALOS: Entre el pedimento y la boda suelen hacerse donaciones y regalos a los novios. Corresponde hacerlos a los padres, a los padrinos y a los invitados a la boda. Estos obsequios tienen como finalidad hacer que la pareja tenga lo mínimo imprescindible para el inicio de su nueva vida autónoma. Los padres ayudaban con lo que podían y cuando podían. Conozco el caso de una familia con muchos hijos que cuando se casaban les daba una cabra, unas gallinas y una burra o su valor en dinero.También podía ser alguna parcela de tierra, alimentos, etc. Los invitados regalaban objetos de utilidad doméstica, como platos, cubiertos, una palangana, sartenes, alfombras.. o elementos decorativos: algún cuadro... El día del convite algunos daban dinero.
 Y bien. Fijada la fecha y dispuesto el ajuar, ¡vayámonos de boda!
 
 
c) EL CASAMIENTO FORMAL O LLEVARSE LA NOVIA:

Era costumbre que, antes de formalizar el compromiso matrimonial, el  mozo estuviera libre del compromiso patriótico de la mili. Y es que al servicio militar se entraba como un inmaduro adolescente y se salía como un "hombre hecho y derecho". Éste acontecimiento solía ser el mojón que deslindaba la soltería del matrimonio.

Dña. Isabel Haro y D. José García, Foto de boda.(Zurgena, 1950 aprox.).
 

Al contrario de los potentados, que pactaban los matrimonios por puro interés económico, las clases populares, generalmente,  se casaban por amor; lo cual no significa que no se tuvieran en cuenta las riquezas familiares, por más que éstas fueran desdeñadas, como dice la canción popular citada anteriormente:


¡Ay, muchachito! No me importa la riqueza
ni he perdido la cabeza, si le digo con franqueza
que un marido necesito. 
...Casarse es lo mejor.

Linda mía,
cuando quiera estoy dispuesto, para hacer el presupuesto
de lo caro que se ha puesto , pasar por la vicaría.
¡Canastos! Por algo somos dos.

- LA BODA: A diferencia de los gitanos, que se casaban siempre en domingo, los payos elegían otro día para la ceremonia, que solía ser por la mañana. A veces, a horas que hoy nos parecerían exageradamente intespestivas.
 
La novia de familia humilde y trabajadora portaba un vestido negro – el blanco era para los ricos - , un sencillo tocado, velo negro y zapatos también negros y el ramo de azahar.

 En otros tiempos las mujeres vestían el traje regional para la boda o uno de fiesta normal, aunque con un mejor tejido, más elaborado y con más adornos. Sin embargo, la gente humilde estrenaba un traje que luego pudiera ser aprovechado. 
El vestido de novia, propiamente dicho, no se usó hasta finales del siglo XIX y el blanco no se generalizó hasta mediados del siglo XX. Fue la familia real británica, la que en 1840, impuso sin querer el blanco.(10) Las clases populares lo incorporaron cuando tuvieron la posibilidad y, además fue muy bien visto por la Iglesia Católica. Pensemos que esta institución relacionaba el blanco con la pureza y la virginidad de la mujer, otorgándole un fuerte valor moral a esta tonalidad.
 
 - EL CONVITE: Se celebraba en una casa particular, donde se improvisaban largas mesas con tablas y tablones que hacían de sillas, junto con las propias de la casa y las prestadas por los vecinos.

Del cuarto habilitado como despensa, salían primero las bandejas de "garbanzos torraos" , y tras varias rondas, se hacía imperativo el porrón de vino peleón, pues la boca estaba más seca que un cascajo. Venían a continuación las avellanas - cacahuetes - que resultaban ser un apetitoso bocado en relación con lo anterior y por último, los dulces, que eran el caviar de los pobres.  Era el momento de abrir los arcones de los conocidos, en la comarca del Almanzora, como dulces de Cantoria. Nada más aparecer la bandeja, la vista se dirigía a ver dónde estaba el almendrado, la media naranja o el bizcocho. De su abundancia dependía el lucimiento del convite.

Al mismo tiempo rondaba el porrón de mistela o de aguardiente y la bandeja con  las copas de coñac. Por último, el licor, cuyo nombre venía como anillo al dedo para la ocasión: "beso de novia".

Tras el convite, no había viaje de novios ni nada que se le pareciera. A día siguiente irían a comer a casa de los suegros, a visitar a los compadres y... vuelta a los quehaceres diarios.
 
- LLEVARSE LA NOVIA:
 
Puede decirse que consistía en la simulación de una especie de "rapto acordado" entre los novios.
La oposición paterna al noviazgo era  causa frecuente de que se fugaran las parejas. Sabido es que los impedimentos y obstáculos que se oponen a la relación son el mejor combustible para avivar la llama del amor. Así lo expresa la letra de una popular seguidilla:

"En mi casa me dicen
que no te quiera,
cuanto más me lo dicen
más t’arrecuerdan.
¿Sabes que digo?
Que si m’aprietan mucho
me voy contigo".

También podían ser razones para "llevarse a la novia" la imposibilidad de embridar una pasión desbocada o ahorrarse los gastos de la boda. Fuera por la razón que fuera , los que elegían esta estrategia matrimonial, se ponían de acuerdo para fugarse de casa.
Cabe añadir que estas prácticas no eran excepcionales en el mundo rural; más bien al contrario, esta  forma de matrimonio consuetudinario era una costumbre social bastante extendida.
 
En 1917, Carmen de Burgos, refiriéndose a los campesinos de Rodalquilar,  expresaba que: "Los braceros acababan siempre por juntarse, esconderse unos días por los vericuetos de la sierra, pedir perdon y vivir luego tranquila y maritalmente sin darle de comer a los curas". (11)

 Pues eso, unos días fuera de casa y luego solicitaban el perdón de los padres. En muchos casos era concedido después de una fuerte reprimenda, pero en otros, se negaban a concederlo , lo que podía suponer echarlos de casa y negarles la palabra durante años. No olvidemos que se había mancillado el honor familiar.

Pasado algún tiempo, era habitual que, la díscola pareja, se casara "como Dios manda".

A modo de epílogo, puede añadirse que, observadas las costumbres y tradiciones de la época, este largo proceso amoroso culminaba con el matrimonio. Bien fuera a través de un casamiento formal o llevándose la novia, se llegaba a la formación de una nueva familia.

Ahora tocaba iniciar una nueva vida en común, en la que el hombre y la mujer desempeñaban papeles claramente diferenciados.
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(1) Juan Ruiz, Arcipreste de Hita: "El libro del buen amor".
 
(2) José Agustín Goytisolo: "Palabras para Julia".
 
(3) Federico Climent: "El ama de casa". 1916.

(4) En las zonas rurales, la mayoría de las mujeres de la época eran analfabetas . En 1900, más del 70% de las mujeres españolas eran analfabetas, porcentaje que sería más elevado en el campo.

(5) "Canastos": Canción interpretada por Gloria Lasso y Luis Mariano. Letra y música de Lecorde Locatelli y Velarde. (Diciembre de 1956).

(6) Juan Ruiz, O.C.

(7) Fray Antonio Arbiol: "La familia regulada". 1715.

(8) Fray Antonio Arbiol: O.C.

(9) A la pregunta, "¿quién va allá?" solía responderse con "gente segura".
 
(10) Boda de la Reina Victoria con Alberto de Sajonia. La reina lucía un traje blanco bordado en oro.

(11) Carmen de Burgos (Colombine): "Venganza". (1917).



lunes, 14 de octubre de 2013

EL VALOR DEL SABER. Por Alonso Martos.


-“¡Estudia, hijo mío! Para que no tengas una vida como la mía y, además, porque el saber es muy bonito ” - aconsejaba un jornalero andaluz a su retoño, hace unos años.
Los padres siempre aspiramos a que nuestros hijos tengan una vida mejor que la nuestra, sobre todo si ésta es o ha sido muy dura.
 
La formación personal se veía como el mayor tesoro que podían adquirir los pobres. Era considerada como un elemento fundamental en la promoción social (“Para que no tengas una vida como la mía”). De ahí el dicho popular: “Un pobre estudiando y un rico durmiendo, éste va bajando y el pobre subiendo”. Pero, además, se valoraba el saber por el saber (“El saber es muy bonito”).
También era frecuente que los padres aconsejaran el estudio a sus hijos para que “el día de mañana fueran hombres de provecho”.

Son consejos cargados de sentido común y seso. Porque a través del estudio se llega al conocimiento, que hemos de poner al servicio de nosotros mismos y de los demás; a ganarnos la vida honradamente, lo que nos proporciona, a su vez, una satisfacción personal. También aquí aparece el aspecto de la formación personal y la dimensión social, en tanto que el saber adquiere su sentido completo cuando se pone al servicio de los demás.
Sin embargo, actualmente, parecen escasear las personas apasionadas del saber por el saber, cuya obra es fruto de una obsesiva curiosidad. Y también presiento que cada vez hay menos interés en la formación humanística. Ya lo advertía Ángel Ganivet cuando se quejaba de que “ nuestros centros docentes son edificios sin alma; dan a lo sumo el saber, pero no infunden el amor al saber, la fuerza inicial que ha de hacer fecundo el estudio cuando la juventud queda libre de tutela”.
 
Estudiamos más para Tener que para Ser. Se estudia para tener un título que nos servirá para tener un trabajo; y así poder tener un sueldo para tener un poder adquisitivo, que te permita tener cosas...mercancías...
 
¿Y el Ser? Estudiar para ser una persona culta, para ser una persona con espíritu crítico, con personalidad; para ser un librepensador, en definitiva.

A veces, educamos a nuestros hijos poniendo más énfasis en su formación profesional, que en su formación personal; orientándolos o aconsejándoles aquellas carreras que tienen más “salidas laborales” y orillando sus “gustos o preferencias por otras áreas del saber”.
No es raro oír a los niños desdeñar el estudio, argumentando que para qué van a estudiar, si luego también los titulados universitarios están en paro o en oficios que no se corresponden con sus estudios ni con su “categoría” profesional; lo que demuestra que no les estamos inculcando el valor intrínseco del estudio:Estudiar para saber, para su formación personal.
Y aunque los centros educativos no pueden ignorar el mundo que les rodea, con demasiada frecuencia los contenidos curriculares de nuestras universidades se ven influenciados, más allá de lo razonable, por “los intereses del mercado laboral”.
En algunas ocasiones quedamos perplejos y nos extrañamos de algunos “comportamientos impropios” de personas con formación universitaria. Nos resulta sorprendente, pongamos por caso, que alguien con “una prestigiosa carrera” no dé los buenos días al llegar a la sala de espera de la consulta médica...Su proceder nos parece “poco educado” y más propio de un “burro cargado de libros” que de una persona “con cultura”.
 
Cuenta Erich Fromm que "en épocas anteriores de nuestra cultura o en India y China, el hombre más valorado era el que poseía cualidades espirituales sobresalientes. Ni siquiera el maestro era única o primariamente una fuente de información, sino que su función consistía en transmitir ciertas actitudes humanas. En la sociedad capitalista contemporánea – así como en el comunismo ruso – los hombres propuestos para la admiración y emulación son cualquier cosa menos arquetipos de cualidades espirituales significativas.”(1) Las personas, en general, y los niños en particular, admiran a deportistas (futbolistas, especialmente), cantantes, estrellas cinematográficas... o personas que “han triunfado en la vida” (lo que significa: tienen mucho dinero).
 
Por su parte, García Lorca decía que “si llegaba a pasar hambre, no pediría un pan; pediría medio pan y un libro (...) Porque sin la cultura que fortalece el espíritu, los hombres se convertían en máquinas al servicio del estado, en esclavos de una terrible organización social”.(2) Puede decirse que por la ignorancia se desciende a la servidumbre, mientras que por el saber y la cultura, se asciende a la libertad.
 
El saber por el saber es el saber filosófico, el saber más elevado y superior de todos los que hay, según Aristóteles, porque es el saber más "inútil" de todos cuantos existen. Inútil porque no se busca en función de algo, sino que se busca a sí mismo.
 
Pero la Filosofía no es sólo un saber teorético. El saber filosófico también se dirige a la acción y a la práctica. Sí es " útil": sirve para formar personas capaces de pensar, de tomar decisiones por sí mismas, de cooperar y relacionarse positivamente con los demás, de posibilitar las herramientas adaptativas ante diversas situaciones...Lo que hace que estas personas sean más polivalentes que las que sólo  tienen una formación muy especializada y específica.
 
 No es necesario rebuscar mucho en la historia para encontrar aplicaciones prácticas de incalculable trascendencia e importancia. Baste pensar que los principios filosóficos de la Ilustración inspiraron la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada durante la Revolución Francesa; y que la voluntad mayoritaria de hacer realidad estos derechos, ha dominado la Historia Contemporánea occidental.
 
Para concluir, creo que una de las labores que la educación deberá llevar a cabo con mayor ahínco habrá de ser la formación de la personalidad de los alumnos - la famosa educación integral -, para que haya un equilibrio entre la formación profesional orientada al desempeño de actividades productivas y la formación personal, más acorde con las actividades ciudadanas. Saber ser” y “saber estar” son saberes complementarios, porque hay que saber ser persona y saber estar en las distintas circunstancias de la vida.
 
El valor del saber está en relación directa a la “categoría humana” que proporciona a la persona, al tiempo que es la brújula que nos dice por qué caminos debemos transitar en la vida y cuáles debemos ignorar; y aunque compartamos el principio según el cual “Primun vivere deinde philosophare” (primero vivir, después filosofar), creo que podemos convenir con el poeta que: “Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan”.
 
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(1) Fromm, Erich: “El miedo a la libertad”.
 
(2) Discurso de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo, Fuente Vaqueros (Granada), en 1931.