miércoles, 3 de febrero de 2016

EL CARNAVAL DEL ABRAZO. Por Alonso Martos.

 <<El abrazo es un movimiento de inteligencia subversiva>>. (Manuel Rivas).
 
 
El abrazo. Foto: J.Pardo.
Existe en Overa - y  en Palacés -  una singular y genuina manifestación carnavalesca conocida como <<máscaras de camisa>>(1), cuyo disfraz consiste en una camisa blanca, sujeta por una cuerda o cinturón ensartado de muchos cencerros; la cara cubierta con una "caracha" - careta - y la cabeza tapada con un pañuelo. Las piernas y brazos ennegrecidos con un tizón (palo a medio quemar) o pinturas de cera y, en otros tiempos, calzaban unas esparteñas o albarcas. La finalidad de estas máscaras es repartir abrazos a diestro y siniestro, aunque se conserve la primigenia predilección por las mujeres. Es una bonita fiesta donde reluce el lado más humano de los participantes, por lo que podía calificarse como <<el carnaval del abrazo>>.

En este sentido, quiero hacer hincapié en lo que creo que es el aspecto nuclear de nuestras máscaras de camisa: el abrazo. Y es que a principios del pasado siglo, sólo se les daba la mano a las mujeres, siguiendo los usos y costumbres de la estricta moral sexual de la época; después se llegó a echar el brazo por encima del hombro y hoy, en un contexto más permisivo, se les da un abrazo más o menos fuerte y apretado y, en algunos casos, son aupadas. Hasta hace poco, este acto ha sido un elemento más del cortejo o galanteo entre los mozos y las mozas. Ellos porfiaban por abrazar a la joven pretendida y ésta, por evitarlo. Pero, de un tiempo a esta parte, el acto de abrazar se ha universalizado sin distinción de edad o sexo.

Afirma la psicóloga Ciara Molina que el abrazo <<es una de las principales demostraciones de afecto que podemos dar a nuestros semejantes, ya que tiene varios significados: amistad, cariño, dedicación, gratitud... y ejerce una clara influencia positiva tanto en la persona que lo recibe como en la que lo da. De hecho, cuando no sabemos como expresar con palabras una situación óptima, un abrazo será siempre una buena opción>>.

Algo tan bonito y reconfortante debería proporcionarnos <<el nivel de contacto humano óptimo... para ser nosotros mismos>>
 (2). Si los chamanes o los Lupercos practicaban ritos para ahuyentar a los depredadores y auspiciar la fertilidad de las tierras, las personas o los animales, procurando la cohesión y el bienestar de la comunidad, nuestros abrazos deben ser la energía fertilizante que propicie el civismo, la unión y la fraternidad entre los miembros de la comunidad.

Así, pues, nuestros mozos - y no tan mozos - cada año recorren los respectivos barrios de Overa y Palacés y, con el estruendo de sus cencerros, alejan los malos espíritus y afianzan la hermandad entre sus gentes; reparten, asimismo, cientos de abrazos, cargados de afecto gratuito, que favorecerán la confraternización y la buena armonía entre los vecinos y todos aquellos que tengan a bien visitarnos. En un mundo cada vez más despersonalizado y materialista, donde parece que hemos renunciado a dar y recibir afecto, deberíamos potenciar el abrazo, valorándolo como un acto humanizador y favorecedor de la convivencia.

 
¡Un "auténtico" abrazo!.
Foto: Cristóbal "el Botas".
Los overenses vivimos este carnaval con ilusión y entusiasmo; estamos orgullosos de haber mantenido esta tradición centenaria y, actualmente, nos sentimos muy felices de que haya sido reconocido e incluido en el Atlas del patrimonio inmaterial de Andalucía.
 
Muchos de nosotros somos conscientes de la originalidad y singularidad que suponen nuestras máscaras de camisa en estas latitudes, por lo que creemos que hay que mimarlas y conservarlas, guardando  las formas originales del disfraz. Eso no es óbice para que, sin que pierdan su esencia, debamos aceptar los cambios necesarios para adaptarlas a la escala de valores actual. 

Nuestro comportamiento debe estar presidido por el respeto y la inclusión. Cada vez debemos sumar más gente a la fiesta, eliminando o moderando comportamientos que puedan provocar la autoexclusión, como podría ser la reciente costumbre de pintar a todos los asistentes - no siempre con su anuencia -; algo, que por otra lado, es ajeno a la tradición: las fiestas son para disfrutarlas, no para sufrirlas. De lo contrario, aunque el desenfreno y el exceso en el beber sean propios de este evento, corremos el riesgo de convertirlo en un remedo de "botellón" con más o menos colorido y estruendo de cencerros.

En el aspecto educativo, actualmente se trabaja nuestro carnaval en la escuela, despojándolo de los elementos machistas que pudieran subsistir y adaptándolo a los tiempos que corren. Participan los niños y las niñas y, con el abrazo mutuo, manifiestan la igualdad, el cariño y la amistad que debe presidir cualquier relación humana.

Debemos, pues, poner el acento en este aspecto tan positivo de nuestra ancestral tradición y, como fiel seguidor y entusiasta defensor de la misma, creo que ésta debería ser la <<fiesta del abrazo>> y propiciar que sea declarada de interés turístico y cultural.
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(1) <<Peloteros>>, en Zurgena
(2) Samantha Hess, que ha abierto la primera tienda de abrazos del mundo en Oregón (EEUU).

 

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