lunes, 23 de febrero de 2015

"DEL DICHO AL HECHO HAY MUCHO TRECHO". Por Alonso Martos.

 


Normalmente al decir le sobran palabras y al hacer le faltan hechos: demasiado largo el trecho que los separa.
 
Cada vez estoy más convencido de que para hacernos una idea  de las personas, hemos de fijarnos en lo que hacen, no en lo que dicen: "El alma no tiene secreto que el comportamiento no revele" (Lao- Tsé)
 
Las palabras, en muchas ocasiones, sirven más para enmascarar la realidad que para mostrárnosla tal como es. Son - las palabras -  la materia prima que nos sirve para elaboramos el disfraz con el que vamos desfilando por el carnaval de la vida.
 
Con cierta frecuencia encontrarnos en nuestras calles  manifestaciones presididas por una pancarta con la inscripción: "Defendamos lo público". Pero detrás de ella hay mucha incoherencia, fariseísmo e impostura. Hay mucho "defensor de la escuela pública", que lleva a sus hijos a la privada; hay sanitarios que, durante su jornada laboral en un centro público, atienden asuntos de su consulta privada; hay funcionarios públicos que "chafardean" en Facebook en horario laboral; hay representantes de sindicatos, como CCOO,  que han cobrado sobresueldos en el sector bancario mientras que muchas de esas entidades eran rescatadas con fondos públicos... ¿Qué puede pensarse, en definitiva, de todos aquellos "defensores de lo público" que nada más instalarse en esas instituciones,  las saquean y exprimen en beneficio propio y de sus allegados?  Pues que son defensores de lo público y favorecedores de lo privado: "hombres que no aspiran a más que pastar en el presupuesto" (Pérez Galdós).
 
 Dice Guillermo Busutil, en La Opinión de Málaga, que "cada día y su huella es la certeza de que vivimos en un decorado repleto de impostores. La democracia, la política, la cultura, las administraciones, las leyes se descubren como términos escénicos. Palabras y reglas con las que engalanar de códigos morales lo que en realidad es un inútil libro de retórica y un práctico manual de codicia y de máscaras. Muchos de los representantes de los partidos, de los sindicatos y de las empresas, que supuestamente representan a los ciudadanos y a los trabajadores, sólo son impostores en beneficio propio, en detrimento de lo colectivo y de lo ético. Voces hipócritas al servicio de intereses privados, de discursos sin ninguna autenticidad. Y también de sus propias miserias y contradicciones".
¡Palabra de Busutil!

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