martes, 15 de enero de 2013

EL USO DE @. Por Alonso Martos.

¿Querid@s amig@s o queridas y queridos amigas y amigos? ¿Esto es lo políticamente correcto? Pues, a lo mejor lo políticamente correcto no coincide con lo gramaticalmente correcto.
 
Según parece, el signo de @ se emplea como si fuera un morfema "unisex" que engloba a los géneros masculino y femenino.
La @ no es un fonema del español, es una unidad de medida (de peso y capacidad); es como si utilizáramos la abreviatura del hectómetro (hm) para referirnos a hombres y mujeres.
 
Por otro lado, cada vez es más frecuente el desdoblamiento masculino/femenino para referirse a las personas, principalmente. Hace unos días una representante política declaraba en TVE que "los ciudadanos y ciudadanas madrileños y madrileñas no deben pagar el euro por receta".
 
También en el diario el País, Álex Grijelmo nos ilustra al respecto con esta otra anécdota: Un político se dirigió a los asistentes a un acto electoral como "compañeros y compañeras, lo que defendemos nosotros y nosotras...". Ese nosotras sonó raro porque es un pronombre inclusivo del sujeto que habla; o sea, un hombre no puede decir nosotras, sino sólo nosotros. Para ser correcto podría haber dicho nosotros y vosotras, y nadie le habría tomado el pelo. Y como éramos pocos, parió la abuela; ahora, según algunos "analfaprogres", al nosotros y nosotras se debe añadir "nosotres". Sólo por ese "gran avance" estaría jusificado el Ministerio de Igualdad y su jugoso persupuesto en millones de euros. En fin.
 
Estoy de acuerdo en que la lengua refleja, en mayor o menor medida, el sexismo subyacente en nuestra sociedad; y esto hay que corregirlo. Ahora bien, demasiadas veces seguimos actitudes pendulares y nos vamos al otro extremo, cayendo en usos ridículos y absurdos del lenguaje; y creo que esto, también deberíamos evitarlo
 
A veces, cuando intentamos "cubrir una incorrección" dejamos al descubierto nuestra ignorancia. Y, si no es por desconocimiento, resulta que pretendemos ser correctos usando la incorrección.
 
En castellano, disponemos de los genéricos (que designan a ambos géneros) y éstos pueden ser en masculino (los seres humanos) o en femenino (las personas). Y aunque existen morfemas que indican el género (niño, niña), en otros casos, éste viene determinado por el artículo u otro determinante que lo acompaña (el periodista y la periodista).
 
Los epicenos no varían el género gramatical y designan indistintamente al macho y a la hembra (el jilguero macho y el jilguero hembra).
En cuanto a los adjetivos, los hay de dos terminaciones, con morfemas distintos para el masculino y el femenino (bueno, buena) y de una terminación, que son invariables respecto al género (niño feliz, niña feliz).
Añadamos, por último, a las palabras derivadas de los tiempos verbales; por ejemplo, de cantar: cantante. (el cantante y la cantante).
 
- "En ese momento se volvió una manipuladora y una intriganta", dice una periodista refiriéndose a Carmen Polo. Pues no. No pudo volverse una intriganta; en todo caso, se volvería una intrigante. Como tampoco podríamos decir " la estudianta, la dirigenta... o el persono, el periodisto, el dentisto, el policío, el taxisto, el pediatro...el machisto...". En algún sitio lo he visto caricaturizado con la frase:  "No es lo mismo tener un cargo público que una carga pública".
 
El lenguaje es una convención humana y como tal necesita unas normas que mantengan los "acuerdos comunicativos" entre los hablantes. Si cada uno habla y escribe como quiere acabamos por no entendernos, y destrozamos esa preciada joya que es nuestro idioma.
 
Quiero concluir aclarando que, al tratar este tema, no pretendo dar lecciones a nadie. No estoy exento de cometer los mismos errores que cualquiera, lo que no es óbice para que defienda que debemos hacer un uso correcto del lenguaje, en la medida de lo posible.

 

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